lunes, 17 de septiembre de 2007

Noctuno II




“Suede” me sorprende caminando por la Plaza de la Virgen. En mis auriculares suena “The 2 of us”, y de pronto vienen a mí una cascada de sentimientos de cuando llegué a Valencia. Hace más o menos dos años pasaba por esa misma plaza, escuchando esa misma canción recién llegado. ¡Dos años! Este año ha pasado tan rápido…

Es Domingo por la tarde, paseo por la ciudad. A veces lo hago. Cuando estoy triste o me siento solo, cojo mi mp3, mi cuaderno y salgo a caminar por el Carmen. La música, entonces, cuando me encuentro así, suena distinta. No es como si viniese de mis auriculares, sino como si saliese de dentro de mí, adquiriendo pulso y gravedad. Consigo aislarme del sonido de la calle y me convierto en un espectador silencioso que atraviesa las calles y plazas como si asomase desde una ventana de otro mundo.

Suena “Hallelujah” interpretado por Jeff Buckley mientras paso por el ayuntamiento. Sus silencios enmudecen las imágenes, y desde el quebranto de su voz, vuelvo a algún niño en la plaza. Me asemejo a una sombra que se desliza al margen de las miradas, oculto entre las parejas. Me detengo en la escalera de la plaza y veo al patinador en mallas. Me giro para reíme. No está a mi lado. Se me había olvidado. Mierda.

Yann Tiersen toca el piano junto a mí mientas pido un chocolate en una cafetería. Pienso que le cantaría esa canción a Rafa. Mañana me voy a Murcia y me voy solo. Otra vez un tren sin él. Otra vez una ciudad que no podré desnudar junto a él. No podré enseñarle Cartagena, el submarino de Peral, ni las minas ocres y sulfuradas de la Unión, ni le recitaré, cerca de la casa de María Cegarra Salcedo, los mejores poemas que escribió, ¿Ahora qué haré cuando vea, a lo lejos, las tierras secas de Albudeite si no voy a poder enseñarle a disfrutar la belleza íntima del desierto? Adiós al paseo por Cehegín el día de mi cumpleaños, mostrándole las alturas donde los gatos gobiernan su casco antiguo. Mis padres iban a juntarse para celebrarlo todos. ¡Mierda! Suena, qué ironía, “Wish you were Here” de Pink Floyd.

Anochece, y los rostros cambian, las miradas dejan de ser claras y pasan a esa seriedad nocturna de la búsqueda constante. La noche se abre paso. Mi caminar se hace más rápido. No recuerdo el nombre de esta plaza, pero sí recuerdo que en ése portal, José y yo cantamos con la guitarra para ganarnos unos euros y tomar una cerveza. ¡Qué recuerdos lindos! Pero de eso hace ya mucho. Me vuelve esa maldita pregunta, la misma de aquellos días… ¿Qué coño hago en esta ciudad?

Mañana vuelvo a casa, porque vuelvo a sentirla mi casa. Mamá me habrá comprado “jamón del bueno” y galletas de chocolate. Estarán bastante malos ambos, como siempre. Dirá “pero hijico si es el mejor jamón que había en la tienda”, para yo responderle con un ademán de rechazo “pues ya, hijico, qué acierto, ya no compro más ahí”. Comprará la próxima vez otra vez ahí, por supuesto. No importa, me lo compra con tanto amor que lo primero que hago al llegar a casa es abrir el armario de la cocina para comprobar que están allí. La cama estará demasiado dura y el agua de la ducha saldrá demasiado fuerte, como siempre. Mi casa no es el retorno perfecto del exiliado, pero es mi casa. Y eso es algo que me ha costado poder decir. Además, el Miércoles llega Kukuxito y estoy deseando hacerle pedorretas y hacerle reir.

Los Cramberries me borran la sonrisa. ¡Joder! Casi había olvidado su ausencia. Mañana cojo el tren. El Miércoles es mi cumpleaños y no estará. Pero Dios sabe que esta vez lo he intentado. Lo siento, Murcia, me tendrás que acoger, otra vez, entristecido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Javi borra el coment anterior que le di a publicar en ligar de a vista previa.

Me he enganchado ciegamente a esta canción de Feist… será que estoy un poco enamorado:

one, two, three, four,
tell me that you love me more.
sleepless, long nights.
that was what my youth was for.
oh, teenage hopes
arrive at your door
left you with nothing,
but they want some more
oh, oh, oh,
you're changing your heart.
oh, oh, oh,
you know who you are.
sweetheart, bitterheart,
now i can't tell you apart.
cozy and cold,
put the horse before the cart.
those teenage hopes,
who have tears in their eyes.
too scared to own up
to one little lie.
oh, oh, oh,

you're changing your heart.
oh, oh, oh,
you know who you are.
one, two, three, four, five, six, nine, and ten.
money can't buy you back the love that you had then.
one, two, three, four, five, six, nine, and ten.
money can't buy you back the love that you had then.
oh, oh, oh,
you're changing your heart.
oh, oh, oh,
you know who you are.
oh, oh, oh,
you're changing your heart.
oh, oh, oh,
you know who you are.
bada bada bada bada bada bada bada
bada bada bada bada
for for the teenage boys,
for breaking your heart.
for the teenage boys,
for breaking your heart.

http://www.youtube.com/watch?v=p8Z-DIAthbM
También me he enganchado a la palabra perifescencia que Eugénides en Middlesex cita y yo creo que inventa : “Se quedaron quietos, mirándose, mientras Desdémona notaba de nuevo aquella sensación en el estómago. Y para explicar esa sensación no tengo más remedio que contar otra historia. En su discurso presidencial del congreso anual de la Sociedad para el Estudio Científico de la Sexualidad de 1968 (celebrado ese año en Mazatlán entre numerosas y sugerentes piñatas), el doctor Luce introdujo el concepto de “perifescencia”. El término no significa nada en sí mismo. Luce lo inventó para evitar toda asociación etimológica. El estado de perifescencia, sin embargo, es bien conocido. Denota los primeros síntomas de la vinculación afectiva de una pareja humana. Causa vértigos, euforia, cosquilleos en la cavidad torácica. Perifescencia es la parte enloquecida, romántica, de estar enamorado. (Y según explicó Luce, puede durar hasta 2 años, como máximo.) Los antiguos habrían explicado la sensación como la acción de Eros. En la actualidad, el dictamen de los expertos lo reduciría al ámbito de la química cerebral y de la evolución.)”

El que ama hace locuras y se sube a un tren sin haber pagado para demostrar lo que siente a su pareja. Hagamos un poco el amor para… ese tan humano que le gusta al autor de este blog. Hagamos una locura, la que sea, que no quede lugar a duda del amor que sentimos.

Besos Tobio

Anónimo dijo...

He copiado tu ultimo escrito y pegado en mi blog. (por supuesto he citado la fuente, respeto la propiedad intelectual jejje ;-)

He respondido tu comentario, creo que falta una tercera opcion para entregarse al sexo fortuito.

Un abrazo, Carles

www.20six.co.uk/Edimburgh