sábado, 1 de septiembre de 2007

PADRES E HIJOS



Todavía soy joven para hablar de la vida con una perspectiva más allá de la emoción. Pero algo ya puedo comprender, pues lo siento dentro de mí. Muchas veces me pregunto si la vida no es como una vuelta continua al origen. Pronto, en la adolescencia, salimos de nuestras raíces, de nuestros padres, y tras un vuelo más o menos largo, poco a poco acabamos regresando a esos inicios, de una manera o de otra. Desde luego, los padres podrían ser los hitos que nos unen a ese hogar íntimo que es la niñez. Los padres son determinantes en nuestras vidas. Bien procuramos vivir pareciéndonos a ellos o bien todo lo contrario, intentando ser lo más distintos posibles a como ellos lo fueron, o lo son. Así pues, incluso en el desprecio absoluto, estamos ligados a ellos de por vida. Nos dolió aquello que nos dijeron, y puede que más aquello que nunca nos llegaron a decir y tanto quisimos escuchar, y es que las heridas que nos producen los padres, no curan nunca, y cicatrizan en inseguridades que nos perseguirán siempre. Un reproche puede permanecer vivo en nuestra memoria y golpearnos justo cuando más fuertes nos sentimos. Podemos huir de nuestra casa a temprana edad para demostrar a nuestros padres que somos capaces de vivir, y puede que ellos nunca lo llegaran a dudar, pero entonces el orgullo ya suele estar demasiado herido para regresar humildemente. Y nunca nada nos tranquiliza tanto como la caricia de una madre. Y es que, en la obra de teatro del colegio de primaria, nerviosos con nuestros trajes de papel, siempre mirábamos atrás buscando los ojos y la sonrisa de nuestros padres. Quizás pase el tiempo, y hagamos lo mismo, pero de otra manera.

“Carta al padre” de Kafka, fue uno de los libros que más me impresionó respecto a este tema. Pero no es el único que se ha escrito a padres, ni el único cuya difícil relación ha marcado la vida de uno de estos genios literarios, Albert Camus escribe a su padre en el “Tercer hombre”, y la correspondencia entre Antoine de Sant Exúpery con su madre es maravillosa, hasta que un último vuelo lo perdió en las aguas. Manrique con las coplas a su fallecido padre. También políticos, Hitler, Lenin, tenían intensas relaciones con sus madres, el primero con un padre tirano, el segundo con un padre ausente, también Mao mantuvo una relación de amor y odio con padre. Nerón mató a Agripina, su madre, y Alejandro Magno la dejó morir en la soledad. En “Guerra y Paz”, el Conde es un tirano con su hija, que pacientemente le cuida mientras soporta sus reproches humillantes, y cuando el padre está en el lecho de muerte, le confiesa agónico que ella es su única amiga y la verdadera razón por la que lamenta morir.

Pero es que Urano se comió a sus hijos excepto a Cronos, y éste a su vez, se comía a sus propios hijos. Hasta que Zeus nació en una cueva (donde lo había escondido su madre Rea) y junto a sus dos otros hermanos, Hades y Poseidón, cortaron el pene de su padre y lo tiraron al mar. Luego Edipo, matando a su padre y casándose con su madre, Electra enamorándose de su madre. Freud viendo sexo por todas partes. El pequeño Leroy siguiendo a su madre entre la prostitución.

Soy hijo, y me cuesta imaginar qué siente un padre o una madre cuando ven que sus hijos no son lo que esperaba de ellos, ni comparte los valores que asume mínimos. Pero lo puedo imaginar al ver a un agónico Tólstoi mendigo muriendo de frío en la calle porque en su lujosa casa está su familia que era ajena absolutamente a lo que él creía. Un César cayendo apuñalado sobre los pies ensangrentados de Bruto. El padre de Santiago Carrillo leyendo la carta pública en la que su hijo le repudia.

Padres e hijos, lo más parecido a los antiguos Pharmakos, venenos que en cierta cantidad te curaban pero que en cantidades levemente superiores, mataban. Ser como ellos o intentar no repetir sus errores, buscar su aprobación o su claro rechazo (que es lo mismo). Lo que no me cabe duda es que en toda relación padres e hijos hay amor, incluso en las que más se odiaron. Porque el hijo siempre, ¡siempre! Pide amor y respeto, a gritos, intentando emular los logros de sus padres, intentando humillarlos… Y por parte de los hijos, tampoco me cabe la menor duda de que el sueño de todo hijo, lo cumplió el joven Telémaco, luchando codo a codo, junto a su padre Ulises por el amor de Penélope.

Si los padres y los hijos pudiesen hablar con el corazón…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin mi pared roja, sin haber hablado aun, gracias por los ánimos..

Si los padres y los hijos pudiesen hablar con el corazón.. ese corazón que tan de mentira me parece... si los padres y los hijos pudieran hablar sin el corazón.. si alguna vez alguien pudiera eliminar ese, el tercer significado mucho mas poético que tiene la palabra corazón: “Ánimo, valor, temple” y tb es, en la tradición, el lugar donde residen los sentimientos. Nuestros padres siempre hablan desde el orgullo o la decepción.. siempre.. aunque estos dos sentimientos están en constante lucha el orgullo tiende a ser el protagonista y nubla, mas a menudo, la vista de los padres que nos han criado. Yo he sentido las dos caras de la moneda, que levanten la mano todos lo que se sientan como yo y posiblemente el mundo girara mas deprisa al sentirse mas ligero.

En este texto lejos quedan ya las conjeturas freudianas sobre la influencia radical que ejerce la figura del padre y de la madre sobre la sexualidad de un niño. Javi no nos pide que nos enamoremos de uno o de otro, no nos pide que luchemos contra el uno o contra el otro por el amor de uno de los dos progenitores, ni nos insiste en la aceptación que tenemos que llevar a cabo para no terminar como edipo sino busquemos una pareja fuera del pecho de nuestra madre o el pene de nuestro padre. Javi habla de algo mas general, de esa dependencia total y absoluta que se crea en la educación en la que ellos tienen toda potestad sobre ti, esa época en la que tu carácter se forja y tu identidad se construye, cuyo único modelo posible son tus padres. De esta forma el resto de tu vida quedara marcado por el orgullo o la decepción y nada podrás hacer para cambiarlo salvo fingir.

Hoy en día, en mi caso, poco pienso en el que dirán mis padres para tomar una decisión en mi vida, pero es cierto que mi carácter esta totalmente condicionado por la relación que tengo con ellos: de amor incondicional a veces, de odio profundo otras y siempre de recuerdos imborrables que hacen saltar las lágrimas cuando menos te lo esperas. Seria quizás mas fácil, eliminarlos totalmente de tu vida, hacer como en “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” y borrarlos total y absolutamente. ¿seria eso posible? tendrías que olvidarte de hablar, de comer, de andar, de llorar, de sentir, de nacer... es imposible borrar la huella que nos dejan, y mas aun como afirma javi el “amor” que nos profesan.

Todo seria mas fácil si la especie humana no naciera tan inútil, tan necesidad de todo por un tiempo tan largo, 18 años de dependencia total y absoluta de nuestros padres quizás y solo quizás es demasiado. Por el contrario es maravilloso el amor de una madre y puede que 18 años de dependencia total y absoluta sean hasta poco para forjar un carácter. Si a las dos semanas de nacer ya andásemos y al año fuésemos capaces de ganarnos la vida, los padres serian mas amigos que esencia y seria mas fácil construir una esencia propia.

Me ha gustado sentirme arropado por este texto, pero me ha venido mi parte llorica y egocéntrica y he pensado desde el punto de vista de los hijos. ¿Que pase con nuestro orgullo y nuestra decepción? Cuando eres niño solo hay hueco para el orgullo con respecto a tus padres pero cuando poco a poco el raciocinio va siendo parte de ti te alejas durante esa impetuosa pubertad que alude Javi. Con el tiempo regresas con el rabo entre las piernas o con la simple necesidad de amor incondicional que solo te puede dar un pecho lactante. ¿Que pasa cuando eres tu el que quedas decepcionado? ¿Cuando a temprana edad descubres que tus padres no son los héroes que tu te habías creado? ¿Cuando tienes que asumir decisiones y responsabilidades respecto a ellos y respecto a ti mismo para que no te lleven al pozo, con los otros niños que no salieron? ¿Como eres capaz sin haberte formado del todo de crear una fachada lo suficientemente firme? ¿Como puedes ser capaz de no repetir lo que has aprendido? ¿Como puedes no juzgar y no ponerte tu en el lugar del padre? ¿Como puedes permitirte el lujo de parecer inmaduro? ¿Como puedes madurar y tras haber sido maduro desde siempre acepta que tienes que seguir siendolo?

Esperando desesperadamente una generación de niños probeta, un poco menos humanos, un poco mas cyborg, un poco mas allá de Gattaca... Carlos, te amé a pesar de y gracia a... Mama, te amo(yo tb soy cursi)...

Besos Tobio, el unico automata con corazón.

Anónimo dijo...

Soy padre, es decir, objeto al 50% de la crítica del tema último, que como sabemos, a estas alturas, no significa que sea destructiva. Por cierto, ese primer comentario del anónimo le da una vuelta más de tuerca a la cosa.
Literariamente me gusta lo leido, la idea es estupenda, aunque globalmente me parece parcial, una alegoría a la responsabilidad de los padres de lo que somos los hijos, ¡como si no tuviéramos tiempo de solucionar cosas!. No pretendo ser ejemplar, entre otras cosas porque quienes me conocen saben que no lo soy, pero también he sido hijo "activo" durante muchos años, así como mi generación, y no recuerdo que culpabilizáramos a nuestros padres de nuestra situación, me refiero a responsabilidad existencial, no significando que nuestros padres eran estupendos. En absoluto. Fin de lo generacional.

Me viene a la cabeza una frase de Steve Wonder, encantodra y tremendamente adecuada para este momento :

"Ser ciego no es nada, peor sería ser negro".

Como parte interesada no voy a defenderme, pero los padres también hacen -hasta yo alguna vez que recuerde- cosas buenas y muy constructivas para los hijos. Además de no ser responsables de ser mayores que los hijos, por mucho que éstos crezcan, por lo que han de ser un referente para su prole, sean utilizados o no, pero es así.

Para finalizar, y esto sí que es una queja, se olvida en el documento y en el comentario anónimo que ellos, los cuestionados padres, también son personas o autómatas con-sin corazón, problemas diversos y necesidad de ser personas, a ser posible mejor personas. En fin, a mí, me gustan los que tengo, aunque hay alguna idiosincrasia que me cago en su padre !!!!!!.

Hoy estoy de proverbios. Uno chino milenario que me parece maravilloso, y sólo aplicable a los espabilados:

"El que ve el cielo en el agua ve los peces en los árboles".

Por cierto, y con perdón, vamos a echarle co... a la vida y ser capaces de mirar pa'lante. Y quien tenga la fortuna de ser padre/madre alguna vez, se va enterar de lo que cuesta un peine y, por favor, que guarde lo que aparezca en este blog para leerlo llegado ese momento. ¡Le va a encantar!.

Bueno, estoy a la espera del bombardeo.

Anónimo dijo...

Javi,llego a la consulta y me encuentro con tu escrito.Qué quieres que yo te diga? Soy tu madre!!.Sólo te contaré una anécdota:este verano fui a ver a la abuela a la residencia(ya sabes que tiene su Alzeimer bastante avanzado y ya no me reconoce,sólo como un pequeño destello cuando nos ve a alguien antes querido)y el primer día,después del susto inicial de su progresivo deterioro,le pregunté,"mamá,¿me qieres?" y me dijo,con la cabeza, que sí y al ponerle la cara me dió un beso!.La aborrecida habitación 218 se llenó de luz!!!.
Yo sólo se que te quiero y a María y a Lucas .Un beso grande,grande.

Anónimo dijo...

Esta es la historia de un niño que se sentía solo, muy solo, tan solo que deseaba tener un hijo por encima de todo como única salida a su soledad. La vida por suerte o por desgracia no le permitió fecundar esa idea y ahora espera a cumplir los 30 para planteárselo

¿En que cabeza cabe este precoz instinto paternal contra natura? como un niño puede desear ser padre, mas allá de su incapacidad para fecundar, mas allá de su opción sexual, de su edad, de la moral, o de las normas sociales que lo rodean. La soledad es el mejor y el pero amigo de todos y cada uno de nosotros. Necesitamos desesperadamente del prójimo. Perseguimos a nuestros padres, a nuestros amigos y a nuestros amores. Los intentamos atar a nosotros mismos, celándonos de posibles intrusos incluso de hermanos, otros novios o familiares.

Este niño deseaba ciegamente un bebe, una extensión de si mismo que al mismo tiempo conformase una persona autónoma y dependiese de el, lo amase, lo necesitase. solamente la experiencia puede haces a un niño descubrir que la relación entre padre e hijo tiene unas características tan particulares que salvo excepciones llevan al amor incondicional. Solo desde el amor incondicional a unos padres por crueles que estos sean se puede llegar a tener el deseo de ser padre egoistamente. Solo un niño es lo bastante egoísta como para engendrar un niño para darle un cariño que todo su entorno parece rechazar a gritos. Evidentemente un hijo casi nunca es lo que uno espera del el, pero hay algo al final de la lista que es el verdadero motivo por el que engendramos. Quizas sea instinto, un engaño de nuestro sistema nervioso para obligarnos a perpetuar la especie. Quizas poco a poco desaparezca pues cada vez tenemos menos instintos, pero ahora mismo ese “no se que” existe.

Admitámoslo somos los niños malcriados de la sociedad del bienestar y nos quejamos, deprimimos y axfisiamos por cualquier motivo que nuestros padres no habrían tenido en cuenta. Aun así la relación entre padres e hijos ha sido una constante en la historia de la filosofía, el arte y la literatura como bien expone Javi. A pesar de de lo que se pueda entender del texto no hay un posicionamiento ni en contra ni a favor de la figura paterna y materna, mas bien es una mirada a como nos relacionamos los padres con los hijos. Muchos, vemos la luz cuando nuestra madre nos dice que nos ama y muchos soltaríamos lágrimas desconsoladas el día que el alzehimer nos borrase de la memoria de nuestros progenitores. Eso es precisamente una de las mas claras muestras de la relación de poder/sumisión que nos une a nuestros padres. Pues el olvido es la indiferencia mas dolorosa que existe, es la perdida total de poder y lucha contra nuestros padres así como la perdida de su devoción o desprecio. Cuando desaparecemos de su memoria ya no hay sitio para el amor real sino para el recuerdo. Es la mas dura posición de un hijo, no solo no es capaz de romper el lazo que le une a sus progenitores sino que tiene que vivir sabiendo que ellos si que lo han roto. Ante este desgarro solo queda sumir que no es conscientemente sino que es la vida que nos demuestra lo pequeños que somos (por buscar una disculpa razonable).

La relación entre padres e hijos es hoy en día mas que nunca una necesidad y la ausencia de valores absolutos quizás nos obliga a buscar en ellos la causa de nuestra desidia de vivir. La familia tradicional poco a poco se esta desmembrando: entran en juego familias monoparentales, adopciones, dos figuras paternas o maternas... y lo cierto es que ese niño a los 30 buscara la forma de ser padre soltero para dar a su hijo el amor que le tiene guardado en el saco de los recuerdos.

Esperemos que ese niño encuentre algo por lo que luchar....

Besos de Tobio: el único Autómata con corazón.

Pd. Me disculpo por ser tan pesado y me alegra ver que hay gente que reflexiona sobre el texto y expresa lo que piensa. Mi opinión es que esto es un lugar de discusión y reflexión. Yo asumo que la mía no es la mejor escrita ni la mas interesante. Espero que cada vez haya mas gente que de mas vueltas a la tuerca. Porque cuanto mas apretado esta el tornillo mas facil es que rompa la madera y un madera rota siempre es mas divertida que un mueble de diseño.

Anónimo dijo...

Estos días, he tenido algunos pensamientos en torno a este tema que han cambiado mucho la idea que tenía sobre mis padres.
Desde que era pequeño, siempre he tenido una relación con mi padre un tanto conflictiva. Mi padre es una de esas personas de las que todo el mundo habla como modelo a seguir; respetado y querido, y conocido por muchísima gente.
En mi caso, siempre le he querido como buen padre que es, pero mi relación con él fue empeorando cuando no seguía el patrón de conducta marcado. Aún recuerdo aquellos juegos de "mecano" que mi padre compraba con gran ilusión para luego quedar aparcados en algún rincón del trastero.
Los fines de semana en los que mi padre necesitaba mi ayuda en el cuidado de unos terrenos -regar las plantas, alimentar a los animales...etc.- se convirtieron en una tortura para mí, quizás debido a mi incapacidad para comprender lo que significaba la familia o los valores de responsabilidad y generosidad. Poco a poco, mi padre pasó a ser una persona maligna, que me infundía miedo y respeto, y con la que no mostraba ningún gesto de cariño o afecto.
Por otro lado, aquel niño mimado que era yo, pasó a ser el ojito derecho de su madre, que a pesar de ser una figura de autoridad y de disciplina extrema, le sobreprotegía desmesuradamente.
En la familia hay quien tiene sus preferidos; y siempre creí que mi padre adoraba a la pequeña de mis hermanas, ya que mi rebeldía infantil imposibilitaba cualquier acercamiento por su parte. No obstante, su carácter muchas veces tampoco facilitaba las cosas.
En la adolescencia, las discusiones se hicieron interminables; las tonterías de la edad me llevaron a meter la pata en muchas ocasiones.
Siempre pensé que sería distinto a mi padre; no tendría los mismos errores, ni tampoco educaría a mis hijos de la misma forma que ellos tuvieron conmigo.
Con el tiempo, la soberbia de mi carácter ha ido disminuyendo poco a poco, y me he dado cuenta de todo el tiempo que he perdido con mi padre.Influído por el hecho de vivir fuera de casa, he ido entendiendo la forma de actuar de mis padres, y aunque a veces no comparto sus opiniones, logré entender por qué mi padre ha sido siempre tan querido entre la gente; ejemplo de ello es lo ocurrido hace unas semanas.
Una hermana de mi padre fallecía tras años de lucha contra el cáncer, y la iglesia principal de mi ciudad se llenaba al completo de amigos y conocidos de la familia que venían a estar en los momentos más duros de mi padre y del resto de sus hermanos.
Saludé a muchísimas personas que se acercaban a nosotros para darnos el pésame, y no cabía en mi asombro al ver tanta gente allí.
Entre comentarios de "¡qué grande estás!", algunos me comentaron cómo recordaban la fiesta que mi padre organizó cuando se enteró de que mi madre estaba embarazada de su único hijo - después de tres hijas, yo fui muy esperado-. Y de aquella forma, entre tantas anécdotas, volvió a surgir el orgullo que siento por mi padre.
Con el tiempo he aprendido que la educación que recibí de mis padres fue la mejor posible, y que aunque seguramente cometeré los mismos errores y actuaré de la misma forma en el futuro, les debo todo a ellos..

Un abrazo javi