¿En qué momento acaba una amistad? ¿Qué preciso hecho quiebra su fortaleza? Las amistades pueden acabar, según mi parecer, de dos maneras diferentes. La primera, la imagino como una fractura de un pilar estable, como un cemento que soportara grandes presiones pero que, una vez que ha cedido ante un peso superior, se desmoronara convirtiendo la roca de su piel, en fina arena de mar. Una pelea, una discusión, un amor interpuesto, todo ello puede quebrar la amistad, crear un día nuevo, doloroso (o liberador) que se impone a nuestros deseos o razonamientos. La segunda manera, la más extraña para mí, es aquella en la que la distancia y el tiempo gestan cáncer de desidia y silencio, que acaba por romper los lazos, como los Baobabs del planeta del principito. ¿Ocurre en un momento determinado? ¿Acaso se trata de un proceso difuso que va desatando los numerosos nudos que se formaron las vivencias comunes?
Yo imagino la distancia y el silencio como dos fuerzas que empujan de un plástico en diferentes direcciones. Si lo hacéis, podréis comprobar que el plástico aguanta un tiempo, como la amistad, pero que si la fuerza es excesiva, veremos cómo una ola va palideciendo velozmente los colores y volviendo el plástico más transparente. Eso significa que “ha dado de sí”. Puede que no rompamos la continuidad de la tira de plástico, pero éste ya no volverá a su forma original. Ya no. Así creo que ocurre con la amistad. El tiempo caduca le llama que tintinea en la distancia, y la vuelve frágil, timida, hasta que lo que una vez brilló hasta cegar nuestras sonrisas cómplices, acaba por consumirse, temblando, en un letargo silencioso. Es curioso, pues la razón no acepta la pérdida, mientras que el sentimiento no alimenta el acercamiento. Es cuando no encontramos el momento para llamar, y mañana siempre es un momento mejor.
¿Qué nos queda entonces? Nos queda el recuerdo. Con suerte, un recuerdo dulce, soñador, que nos permita una sonrisa, y una mirada que generalmente se pierde unos segundo en ese espacio indefinido, que indica que la mirada no va hacia fuera, sino hacia dentro. Entonces la conciencia viaja a esos cuartos oscuros donde residen los recuerdos, como fotografías desenfocadas que se mezclan con sabores, olores y otros estímulos de los sentidos. Volvemos a vivir, por unos breves segundos (que en la mente, como en los sueños, variaban el pequeño cuerpo de Alicia en el País de las Maravillas), lo que quedó atrás y, sobre todo, los que quedaron atrás. Recuperamos en un instante, las sombras de lo que fueran esas amistad, volviendo a nosotros un torrente de momentos que se tropiezan unos con otros, y que cesan, volviendose rápidamente cobre y cayendo en el fondo de la memoria donde vagan silenciosos. No negaré la belleza de esos momentos, por minúsculos que sean, en el que recordamos a un amigo perdido, o lo cruzamos por algún lugar. Sucede entonces como cuando encontramos una vieja fotografía entre las páginas de un libro en una estantería cubierta, y que nos devuelve la vida que como si fuese polvo, todavía desprende.
La amistad parece un don más místico que humano, pues no depende realmente de la conciencia del ser humano, sino de algo tan incontrolable como el tiempo. Poco importa el ansia que tengamos de ser amigos de alguien, o de que ese alguien quiera serlo de nosotros. Bueno, importa para que estemos receptivos, claro, pero ni siquiera eso es determinante. Creo que ya he contado en otros artículos, cómo personas con las que quise una amistad, acabaron siendo fracasos, y otras por las que jamás habría apostado, resultan ser, hoy día, mis mejores amigos. Es la continuidad la clave, sin duda, la continuidad. No consiste exclusivamente en conocerse de hace mucho tiempo, sino de cultivar la relación, crecer juntos, compartir. Creo que ciertas amistades son para toda la vida, pero no porque en su interior habite un corazón vivo, sino porque quedaron atrapadas en un momento dado, y como un perfume, van desprendiendo los sentimientos que un día generaron. Pero han perdido la vida, el color, el movimiento, ahora son imágenes fundidas en nuestra imaginación, como lo puede ser el árbol al que subíamos de pequeños, o aquella esquina en que besamos por primera vez a alguien y que todavía parece darnos calor.
Podemos intentar la amistad, pero sólo intentar. Será potestad del tiempo permitirnos ese deseo, o transformarlo en un aparatoso error, como aquel juguete de pilas que nunca llegó a funcionar. La perseverancia ayuda, claro, pero lo que de verdad forja amistad, a parte del tiempo, es un deseo del otro, un deseo de presencia. Eso no se controla, como no controlamos el amor. Podemos besar a alguien con pasión, podemos jurarle amor, podemos repetirnos millones de veces, como gotas de lluvia sobre todos nuestros pasos, que es la persona que deseamos, pero si no hay ese deseo de humedad y calma, no hay amor. Al final besaremos piedra, y dormiremos lágrimas. Con la amistad ocurre igual, me parece, pues no es tan diferente del amor. Recuerdo que en la lectura de “Guerra y Paz” me sobrecogió una escena. En ella, el viejo conde, que tanto ha hecho sufrir y tanto ha humillado a su hija, en el lecho de muerte, pide la presencia de su hija, que nunca se había separado de él, y le dice algo así como “Tú, hija mía, eres mi única amiga”. Y muere.
Así pues, para acabar, vuelvo a plantear las preguntas. ¿En qué momento la amistad perdió su latido? ¿Pudimos evitarlo? ¿Debíamos, acaso? ¿Pudimos hacer más? Y por último ¿Dónde guardar a los perdidos?
Yo imagino la distancia y el silencio como dos fuerzas que empujan de un plástico en diferentes direcciones. Si lo hacéis, podréis comprobar que el plástico aguanta un tiempo, como la amistad, pero que si la fuerza es excesiva, veremos cómo una ola va palideciendo velozmente los colores y volviendo el plástico más transparente. Eso significa que “ha dado de sí”. Puede que no rompamos la continuidad de la tira de plástico, pero éste ya no volverá a su forma original. Ya no. Así creo que ocurre con la amistad. El tiempo caduca le llama que tintinea en la distancia, y la vuelve frágil, timida, hasta que lo que una vez brilló hasta cegar nuestras sonrisas cómplices, acaba por consumirse, temblando, en un letargo silencioso. Es curioso, pues la razón no acepta la pérdida, mientras que el sentimiento no alimenta el acercamiento. Es cuando no encontramos el momento para llamar, y mañana siempre es un momento mejor.
¿Qué nos queda entonces? Nos queda el recuerdo. Con suerte, un recuerdo dulce, soñador, que nos permita una sonrisa, y una mirada que generalmente se pierde unos segundo en ese espacio indefinido, que indica que la mirada no va hacia fuera, sino hacia dentro. Entonces la conciencia viaja a esos cuartos oscuros donde residen los recuerdos, como fotografías desenfocadas que se mezclan con sabores, olores y otros estímulos de los sentidos. Volvemos a vivir, por unos breves segundos (que en la mente, como en los sueños, variaban el pequeño cuerpo de Alicia en el País de las Maravillas), lo que quedó atrás y, sobre todo, los que quedaron atrás. Recuperamos en un instante, las sombras de lo que fueran esas amistad, volviendo a nosotros un torrente de momentos que se tropiezan unos con otros, y que cesan, volviendose rápidamente cobre y cayendo en el fondo de la memoria donde vagan silenciosos. No negaré la belleza de esos momentos, por minúsculos que sean, en el que recordamos a un amigo perdido, o lo cruzamos por algún lugar. Sucede entonces como cuando encontramos una vieja fotografía entre las páginas de un libro en una estantería cubierta, y que nos devuelve la vida que como si fuese polvo, todavía desprende.
La amistad parece un don más místico que humano, pues no depende realmente de la conciencia del ser humano, sino de algo tan incontrolable como el tiempo. Poco importa el ansia que tengamos de ser amigos de alguien, o de que ese alguien quiera serlo de nosotros. Bueno, importa para que estemos receptivos, claro, pero ni siquiera eso es determinante. Creo que ya he contado en otros artículos, cómo personas con las que quise una amistad, acabaron siendo fracasos, y otras por las que jamás habría apostado, resultan ser, hoy día, mis mejores amigos. Es la continuidad la clave, sin duda, la continuidad. No consiste exclusivamente en conocerse de hace mucho tiempo, sino de cultivar la relación, crecer juntos, compartir. Creo que ciertas amistades son para toda la vida, pero no porque en su interior habite un corazón vivo, sino porque quedaron atrapadas en un momento dado, y como un perfume, van desprendiendo los sentimientos que un día generaron. Pero han perdido la vida, el color, el movimiento, ahora son imágenes fundidas en nuestra imaginación, como lo puede ser el árbol al que subíamos de pequeños, o aquella esquina en que besamos por primera vez a alguien y que todavía parece darnos calor.
Podemos intentar la amistad, pero sólo intentar. Será potestad del tiempo permitirnos ese deseo, o transformarlo en un aparatoso error, como aquel juguete de pilas que nunca llegó a funcionar. La perseverancia ayuda, claro, pero lo que de verdad forja amistad, a parte del tiempo, es un deseo del otro, un deseo de presencia. Eso no se controla, como no controlamos el amor. Podemos besar a alguien con pasión, podemos jurarle amor, podemos repetirnos millones de veces, como gotas de lluvia sobre todos nuestros pasos, que es la persona que deseamos, pero si no hay ese deseo de humedad y calma, no hay amor. Al final besaremos piedra, y dormiremos lágrimas. Con la amistad ocurre igual, me parece, pues no es tan diferente del amor. Recuerdo que en la lectura de “Guerra y Paz” me sobrecogió una escena. En ella, el viejo conde, que tanto ha hecho sufrir y tanto ha humillado a su hija, en el lecho de muerte, pide la presencia de su hija, que nunca se había separado de él, y le dice algo así como “Tú, hija mía, eres mi única amiga”. Y muere.
Así pues, para acabar, vuelvo a plantear las preguntas. ¿En qué momento la amistad perdió su latido? ¿Pudimos evitarlo? ¿Debíamos, acaso? ¿Pudimos hacer más? Y por último ¿Dónde guardar a los perdidos?
8 comentarios:
A ver Javi. Más menos ya te dije lo que pensaba sobre el texto, pero como te mola que te hagan comentarios por el blog… pues eso… que aquí te dejo esto. Además que ahora que lo he leído de segunda tengo algunas cosillas más que decirte y como últimamente ando más liado que el butanero de Auschcwitz mejor te hablo por aquí.
Primero más o menos lo que ya te dije. Que esto parece un manual de floricultura. Parece que hubieses leído uno de esos libros horrorosos sobre citas a la amistad. “Que si es un tesoro que hay que cuidar, podar y regar todos los días… que si la amistad es como un rosal de espinas que si se cuida dará lugar a unos frescos y hermosos capullos (tus amigos). No sé, no sé. Yo creo que Pilar Primo de Rivera debe estar humedeciéndose en su tumba porque esto parece haber salido del manual de la sección femenina.
Luego otra cosa. Hablas de la amistad como si fuese la bicoca de la existencia, y ese es el gran problema de los poetas, de los filólogos… de los escritores en general, que veis demasiadas cosas donde sólo hay letras: lexemas y morfemas que se unen formando palabras, y la amistad es eso, un palabro más, y maldita la hora en la que a alguien se le ocurrió sacralizar y divinizar palabras como amor, amistad o maternidad hasta el punto de convertirlas en sacramentos. Ahí está la traición del lenguaje, que es un hijo de puta y que nos instrumentaliza convirtiéndonos en sus herramientas porque el lenguaje condiciona y hasta genera el mismo pensamiento y no al revés, como seguramente tú y los psicolingüistas mantendréis. A ver… qué carajo es la amistad? La amistad apunta a un tipo de relaciones… y qué es lo difinitorio de esas relaciones?… pues depende… a quien puedo llamar yo amigo? Ese es el problema de las definiciones: que acotan, ponen barreras y coartan a las ideas, que al tener que ser expresadas, las enunciamos, y esa enunciación con sus limitaciones es el precio a pagar por usar un lenguaje normativo… a ver para cuando os inventáis los escritores un lenguaje anarquista desprovisto de normas y leyes. Puede que la comunicación fuese imposible, pero bueno en más de tres mil años de historia tampoco es que nos hayamos entendido mucho con estos lenguajes que tenemos. Lo que te quiero decir es que encerrar en un concepto eso a lo que tú llamas “amistad” es peligroso. Bueno, no exactamente peligroso, es horroroso. Sólo los nombres propios y las descripciones definidas apuntan y concretizan una realidad tangible. Pero la amistad no tiene ni sentido ni referencia como decía Fregue, a quien, pese a su pasado nacionalsocialista, VENERO!!!
Cómo demonios podemos definir al amigo? Qué carajo es un amigo?… pues depende. Y he aquí otra vez el problema de la semántica intensional, que es a la que tú te ves obligado a usar. Mira javi, las definiciones pueden ser intencionales, que sería dar las características del objeto que se quiere definir, o extensionales, que sería dar la lista de todos los objetos a los que nos queremos referir. Yo, como peudonominalista, prefiero estas últimas porque desde un punto de vista lógico me son suficientes. Si tú me preguntases que es amigos o qué son amigos pues yo te diría: “amigos son Jaime, Miguel, María Rosa, Fran…”, pero cuando tú me hablas de amistad ya partes mecánicamente de un paradigma. Observas las características que tienen tus amigos y me haces una definición, pero cuidadín, mucho cuidadín porque ahí, repito, está la traición del lenguaje.
Seguro que si me dieses una lista de ejemplos a través de los cuales definieses la mistad yo te podría poner un contraejemplo para cada caso. Por ejemplo: “la amistad consiste en el ejercicio de abrirte a una persona y sincerarte al 100% con ella”. Contraejemplo: la última vez que fui a Madrid iba en el autobús que hace el trayecto durante la noche. Detrás de mi asiento iba una señora de Portugal y con esto del portugués me puse a hablar con ella y tanto hablábamos que el chico que iba a su lado me ofreció cambiar de asiento. Pues bueno, a lo que iba, resulta que no sé muy bien por qué me puse a hablarle a esa señora de mi presente y de ahí empecé a hablarle de mi pasado inmediato y de ahí a mi pasado lejano. Empecé a sincerarme con aquella desconocida y ella también fue abriéndose. Ahora dime, según tú ¿sería esa señora a la que no he vuelto a ver una amiga? ¿entiendes lo que te quiero decir? O por ejemplo: cuando los católicos se confiesan con un cura y desvelan sus secretos más íntimos ¿están viendo al cura como un amigo?
Si me dices que la amistad es mantener una relación íntima con una persona yo te preguntaría por la follabilidad de los amigos ¿Puede uno fornicar con los amigos?. Por ejemplo yo recuerdo que con Jaime solía hacer esto. Pero ¿era mi amigo? ¿era algo más que un amigo? ¿es la fornicación un grado más en la escala de la amistad o nos lleva a otro tipo de relaciones? Las percepciones y los sentidos son demasiado complejos para tener que encerrarlos dentro de un concepto porque con frecuencia hablamos de sensaciones fronterizas que no logran encajar bajo ningún término que nos venga dado de antemano. Mejor usar metáforas y recursos lingüísticos que hacer uso de conceptos, o mejor aun: reinventar nuevos palabros que se ajusten a nuestras realidades como hacía Alex, el protagonista de la naranja mecánica, al referirse a sus “drugos”… palabra que yo uso mucho por cierto. Tenemos que ir construyendo un “nadsat” diario si queremos nominar y referirnos a los sentimientos y emociones que no terminan de encajar.
Todo el mundo dice que tiene pocos amigos porque políticamente está bien decir eso ¿no? el resto de personas que nos rodean son sólo conocidos, pues mira chico, con el diccionario en mano yo tengo, para gloria de Roberto Carlos, un millón de amigos, otra cosa es que dentro de esos amigos los tenga mejores y peores. Lógicamente la lista de mis mejores amigos es bastante más corta que la de los amigos en general, y dentro de esa lista tengo a los drugos, a los patas, a los bienintecionados… y a toda una gama que yo mismo y en alardes de creatividad me he construido al margen de la real academia, sin limpiar, sin fijar y sin dar esplendor.
De acuerdo, sólo en parte, que la amistad no depende de lo humano, pero ¿que depende del tiempo?… JA! ¿que la clave está en el tiempo? ¿La clave de qué? Mira la única clave está en Foucault y muy de pasada en MArx, y todavía no se sabe muy bien de qué es la clave, pero ahí está para cuando haga falta. Dices que para que haya amistad ha de haber continuidad, vale, es muy lógico, pero por qué no ejercitaste esa continuidad entonces con las personas por las que apostaste tanto y al final se quedaron en fracasos? Seguramente tú continuabas hablando y quedando con estas personas, pero no hubo nada que hacer porque pese a la continuidad la amistad acabó en fracaso, entonces, la continuidad no es tan esencial. Que queda muy mono el discurso de cultivar y regar a las amistades todos lo días… no te lo discuto, pero es sólo eso, algo lindo, que ya es mucho ¿eh? Por cierto, hace como unos 7 años que no veo a mi padre y que no hablo con él, pero yo lo quiero, y es mi padre.
En fin…. que dudo mucho que nos podamos entender es estos temas metafísicos. Tú eres de los que piensan que los buenos amigos se han de preocupar de ti, te han de cuidar, han de velar por tu seguridad y bla bla bla. Pero eso son tonterías. A mí me rodean cantidad de personajes que se tienen así mismos como buenos amigos mios cuando lo único que me producen es aversión y prevención, y hasta se lo digo a ellos mismos, pero no me creen. Allá ellos. Cuando me busquen y yo les dé de lado sabrán que todo lo que les decía iba en serio. Resulta que esos personajillos se pasan las 24 horas del día moralizándome, corrigiéndome y velando caritativamente por mi integridad sin que yo se lo haya pedido. “Antonio no fumes tanto que te va a dar cáncer; Antonio no bebas tantísimo; no te drogues; no te infles a comer; no te estreses; como vuelvas a follar sin condón te daremos una paliza” ¿por qué voy a tener que considerar yo a esos metomentodo como buenos amigos? ¿porque se preocupan por mí? Pues mire usted, igual son mejores amigos los que respetan mi libertad para autodestruirme voluntariamente como a mí me de la gana. Igual a los bientencionados sólo les preocupa que desaparezca del mapa porque ya no podríaan tenerme ni disfrutar de mi presencia, pero chico, eso es egoísmo a toda regla. Mira ¿sabes lo que les suelo decir a las personas que quiero mucho? “Si quisieses lanzarte desde un noveno no haría nada para impedírtelo”. Mi madre casi me mata cuando se lo digo, pero tio eso es lo que hay. Si tú mismo me dijeses que te vas a suicidar te preguntaría. ¿estás seguro javi? ¿Te lo has pensado bien? Si me dijeses que sí yo mismo te abriría la ventana para que saltases, y me jodería un huevo, claro que me jodería, pero por los amigos… lo que sea… hasta rebanarles el cuello. Sólo por los buenos amigos, claro está.
Luego por otro lado el tema de la necesidad. NECESITO A MIS AMIGOS. NECESITO HABLAR CON ELLOS Y TENERLES CERCA BLA BLA BLA. Pues nada, joderse loS que penséis así, yo no. no los necesito, no necesito vivir con ellos o más bien aspiro a vivir en la libertad de no tener que necesitar de ellos, porque fuera de las 4 necesidades fisiológicas todo son necesidades creadas e inventadas por el capital (construcciones sociales y culturales) Si necesitase a mis amigos no habría nada de pureza en eso, habría puro interés por mi parte. Lo bueno sería que sin necesitar de los amigos yo eligiese vivir con ellos, y verles, y hablarles, y buscar su compañía, pero no por una necesidad obsesiva, si no porque así lo quisiese desde mi libertad. Y otra cosa, que no te quepa la menor duda que me permito el lujo de pasar en ocasiones de mis amigos, y hasta incluso de negarles el saludo. Joder, pero si a veces soy más condescendiente con los enemigos que con los amigos, pasa como con mi madre. Como tengo cierta “garantía” de que me querrá hasta que uno de los dos muramos (espero que muera ella antes) me permito hacerle daño vilmente y de una manera mezquina que dice muy poco bueno de mí.
Hablas del tiempo como si fuese una traba para la amistad. tiempo y espacio ¿no? aghh.. vives en el paradigma newtoniano y yo te traigo RELATIVIDAD!!!!! Si no hablas a diario y no te relacionas, es decir, si no cultivas ni cuidas bien al capullo, se marchitará y se irá a la mierda ¿no? Pues NO, o sí, pero para mí que no, porque el silencio es buen aliado para las relaciones en las que se quiere a alguien, y hablo de silencio no de reprimir ideas y sensaciones. Mira, un amigo estuvo no hará mucho en la cárcel, aquí mismo, en Sangonera. Como las acciones que lo llevaron al trullo, que no vienen al caso, no son precisamente una cosa muy bien vista pues las pasó canutas en prisión, él no me lo ha dicho directamente, ha guardado silencio para ahorrarme el sufrimiento, pero yo conozco muy bien como funciona una cárcel por dentro y sé que su delito está muy mal visto dentro de los muros.. ¿qué crees que podía decirle cuando lo vi después de saber lo que ocurrió? Podría haberle echado la bronca cual amigo bienintencionado o incluso podría haberlo dejado de considerar como amigo como ocurrió con otros tantos, pero no, me tapé los ojos. Puse un velo de ignorancia como el Rawls delante de mis narices y le ofrecí mi silenco, que era lo mejor que podía darle en ese momento… en fin javi, puede que este sea el artículo más controvertido que hayas escrito, o también puede ser que no, pero teorizar en metafísica siempre trae consigo esto porque en mi opinión aquí no has hecho otra cosa más que hablar de metafísicas. Seguro que se te ocurrió la idea fregando los platos, que es cuando vienen las buenas ideas, por eso hay tan pocas buenas ideas desde que se inventó el lavaplatos. Has escrito muy bien esto, pero no me ha gustado tu idea sobre la amistad. No es una buena idea y si no es buena… no sé que haces teniéndola. La teoría de Ramón Plaig es que las buenas ideas surgen en las bodas, cuando un cuñado con tres copas de más te dice: “niño! Tengo una idea”. Entonces… ¿qué es lo que hace falta tener para producir buenas ideas? ¿leer mucho libros? ¿estudiar mucho? Pues no! lo único que hace falta es tener hermanas en edad casamentera. Bueno eso y que te inviten a una boda.
Por cierto… quisiese yo saber de dónde te sacas que los socialdemócratas son respetuosos y tolerantes con todo el mundo. JA!... serán respetables con lo que ellos consideren respetable.
Voy a recortarme la barba que ya me llega por los pechos. Ayns! que ganas tenía de escribir esta palabra: pechos… pechos… pechos….
Querido Antonio:
Tu respuesta es larga y sería tedioso ir parte a parte señalando discrepancias. Desde luego tienes el don de la palabra, por calidad y cantidad. A ver, de forma general, discrepo respecto a tu manera de ver la amistad, esa indefinición me parece más producto de la egolatría (las personas responden según mis necesidades puntuales)que de intimidad y el respeto. Quizás sea por tu vida más nómada que la mía, pero yo considero que el status de amigo es una realidad cualitativa, no cuantitativa. Para definirla, los psicólogos tenemos un montón de teorías, pero no lo voy a hacer ahora. Tu historia con esa señora es bonita, y común, de hecho en algo así se sustenta la autoridad del psicólogo, pero en ninguno de esos casos es amistad.
Que el lenguaje limita, está claro, pero es que ¡ésa es su función! Está bonito y queda genial lo de que debemos abrir el lenguaje y permitir la indefinición en aras de la naturalidad, pero me parece más pose que otra cosa. Te voy a decir algo, pensamos con lenguaje, y mediante él comprendemos el mundo y lo que nos rodea. Lo del construccionismo es otro tema que no procede ahora.
Ay no sé, Antonio, es que son muchos temas.
Como te digo, creo que tu personalidad (y digo la tuya en concreto) está muy determinada por cómo te acercas a las cosas. Imagino que yo soy más puerto, y tú más barco. Tú saltas sobre el agua sin mojarte, pero creando unas olas preciosas, y te posas sin pesar, en un continuo movimiento. Eres libre, quizás más libre que yo, pero esa libertad tiene un precio social importante. Ahora nos vamos acercando a cosas más serias, más de cara a cara. Para no profundizar mucho, te puedo decir que seguro que tú besas más apasionadamente que yo, pero mi abrazo es más cálido, se folla mejor contigo, pero conmigo se duerme mejor. Estoy seguro de que me comprendes.
Esa libertad que defiendes, me da miedo, porque el respeto que dice profesar, no es hacia el otro, sino hacia uno mismo. Puedes recargarlo de todas las florituras que quieras, nadie te gana a discursos panfletarios, pero la realidad es que un amigo no es un conocido, y quien te dice que no fumes porque te puede matar, no es en sí un amigo, lo es si te lo dice porque de verdad se preocupa por tu salud, y esa preocupación se mantiene en el tiempo. Cuando digo que el tiempo es el que decide, no me refiero a nuestra insistencia a pesar de, sino a que a lo largo del tiempo, la amistad siga viva, y sea recíproca.
Creo que tú y yo tenemos una relación algo curiosa. Por un lado, tú eres muy campechano, te encanta la mortadela, y mojas cartas con aceites varios, disfrutas de los placeres terrenales, de la plebe, que diría el clasista, pero luego tus planteamientos teóricos son de lo más elitistas,y alejados del pueblo llano. En cambio yo, soy un señor por naturaleza, aborrezco la compañía del populacho (como Tólstoi) pero aprendo de él y de su sabiduría mucho más que de cualquier autor o filósofo.
En cualquier caso te tengo afecto, y espero ser tu amigo. Eso sí, si alguna vez me quitas el saludo, aunque sea por un mal día, te cruficico, y ahora sí podrás ingresar en el cielo que tanto deseas, a pesar de tus reniegos.
Un besico
JAVITXU
Vale Javi,
Pues efectivamente sí, se perdió el sentido de la amistad. Sentido que no existió ni existe. Los amigos son felices cuando ven a los otros felices, no ha sido tú caso.
Es la reacción típica, la fácil.
Lo dicho, suerte en todo.
Alberto.
llámalos, hombre ya verás que te hacen caso
pobrecico´´ que solo te vemos
De cual de ellos hablas? Es que me confundo, tanta gente reunida en uno sólo ....
Javi y sus personalidades.... con cual hablo ahora?.
Hola
Siempre he querido hacer una petición a una radio sobre una canción pero, propio de mí, nunca lo hice.
Para quitarme esa limadura me gustaría hacer una petición en este blog.
Javitxu me gustaría que escribieras sobre el Mayo del 68 y por que crees que ahora se dice desde tantos ámbitos que fracasó.
Un saludo,
Rafa.
PD: lee el link ( el título creo que es un homenaje a Proust )
http://blogs.publico.es/dominiopublico/533/mayo-68-en-busca-del-tiempo-invertido/
Me parecieron unas reflexiones fantásticas, tanto por el contenido como por la exquisita redacción. Y la identificación con El Principito me desarma, ya que yo también muchas veces me identifiqué con él. Lo voy a copiar en mi muro en el Facebook. Saludos y felicitaciones!!!
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