viernes, 5 de septiembre de 2008

Una nana para ti


Busco palabras que te serenen, que puedan alcanzar tu inquietud y la calmen, como se calma, poco a poco, la tormenta sobre el cristal de mi cuarto, y va dejando un repiqueteo suave de gotas que caen lentamente sobre él. Quiero hacerte un canto delicado, que pueda susurrarte al oído para que se deslice, como esas gotas, hasta tu miedo y lo hagan ceniza. Busco las palabras absolutas, consteladas, pero no las encuentro, así que te pido que cierres los sentidos del mundo exterior y recuerda aquello que viviste, junto a mí, y nos hizo felices durante unos segundos. Dame una sonrisa al final y estaré satisfecho.

Busca aquella noche, tumbados en mi cama, con la luz apagada, escuchando canciones tristes. Tu cuerpo, desconocido para mí, se mostraba como un misterio maravilloso que ocultaba el mecanismo que lo hacía temblar a mi lado. Busca ese primer beso en tus labios inmóviles, temerosos, y busca mis primeras palabras para arrancarte una pequeña risa. Por entonces ya eras la fortaleza de altos muros y paredes de cristal que sigues siendo hoy. ¿No oyes la música atravesando la noche y envolviéndonos a los dos? Yo la oigo.

Busca ese carámbano de atardecer roto lentamente hasta tocar, con las puntas de los pies, las cálidas aguas de la Albufera. La tarde era un espacio rojizo sobre el que nos arrojaba el pequeño puerto sobre el que estuvimos hablando. ¿Recuerdas las carpas saltando sobre la superficie y chapoteando el silencio que nos observaba tranquilamente? ¿Recuerdas el tacto suave y aterciopelado de la madera del puerto? ¿Y la barca partiendo la superficie del agua desnudando pequeñas olas que subían levemente el agua en nuestros tobillos y los besaba?

Busca ese lugar que descubrimos, en un pueblo mudo, a la salida de la autovía, donde una fuente de piedra y un inmenso árbol guardaban aquel vergel en mitad del páramo. Recuerda el hilillo de agua que caía de la fuente y formaba un riachuelo que variaba de forma y tamaño, como en lel ibro de Alicia en el País de las Maravillas. Recuerda mi ilusión con aquel cangrejo de río, manco, rojizo manzana, que caminaba con torpeza entre los guijarros . Tu risa ante mi inocencia urbanita te crecía y, con cariño, me reservabas más grandes y mejores cangrejo en tu pueblo. Recuerda el agua fría de la fuente sobre tu rostro, y cómo toda la maleza te empapaba la cara.

Busca la tormenta azotando la casa abandonada, busca el ruido de puertas cerrándose a nuestras espaldas, provocando miedo y alegría en nuestra soledad. Busca el sonido salvaje de las cañerías quebradas del tejado, sobrepasada su piel metálica herida por tantos puntos, y formando cascadas violentas que se estrellaban contra el suelo, mientras tú y yo dudábamos en la cercanía. de nuestros cuerpos Busca. Busca también en los tejados de Utiel y mientras me explicas porqué las vigas son más finas de lo que pensaba, y cómo algún día todo aquello te pertenecerá.

Busco. Y encuentro aquella presa inacabada que desviaría el río ante nuestra infancia resurgida. Encuentro mis dedos congelados en la moto y tu voz, entre risas, rompiendo el frío y la llovizna. Yo encuentro tus ojillos perdidos en el horizonte tan breve de tu mirada. Encuentro tu cuerpo a mi lado, en la madrugada, siempre velando mi sueño. Yo encuentro la gota del gel que me desespera, y que avanza en partes mínimas por tu cuerpo en la ducha. Encuentro tu voz calmándome al teléfono, creyendo en mí más que yo mismo, y una ternura infinita me embarga al ver tu mano buscando la mía. Yo encuentro la calma en todos esos recuerdos, y la encuentro en las cosas de ti que no me gustan, y las que me gustan, la encuentro en tu voz si se acerca a reposar humildemente a mi lado.

Es una nana, o eso pretendía, es un canto breve para que te calme, para que ayude en estos días difíciles para ti. No puedo dar más, no sé dar más, esto es todo a lo que llego para acariciarte, para que no me temas. Esto es todo lo que mi palabra pretende para darte calor al abrazarte, y es todo lo que mi voz no sabe decir. Es tu nada y te la canto susurrándote a la oreja, suave, muy suave, ya duermes. Es tu nana.

2 comentarios:

Rafa dijo...

Bueno he tardado, pero me ha encantado... eso sí como dice Ivan te estas volviendo un poco dulzón :P jejejeje
Una ración doble de azucar con chocolate y tiramisú por encima ;)
Pero eso sí, como también diría Ivan dulzón con mucho estilo, nada del montón.
13 días para tu cumple, tengo ganas.
Un beso,
Rafa

Anónimo dijo...

me va gustando mucho este cambio.te me hace tan cercano... aunque para qué hablar si tú ya sabes bien por dónde me decanto.
me ha gustado mucho, cada vez me vas convenciendo más.
un besotee

Rubén

PD: cómo me gustan los dulces...