lunes, 14 de enero de 2008

El futuro es siempre incierto en la nocturnidad


Son las cinco de la mañana y no me puedo dormir. He estado escuchando durante un par de horas algo de música con los auriculares, y ni siquiera he conseguido adormecerme. Me levanto, doy una vuelta, corro las finas cortinas que apenas se sujetan con dos chinchetas y veo la calle. Todo silencio, sombras que atraviesan el espacio áureo de una farola, un coche, un taxi. La noche. Otra canción, Soldadito marinero” de Fito. Enciendo la luz, cojo un libro. No me apetece leer. Ojeo algunos mapas históricos, los vuelvo a dejar. No me puedo dormir, los pensamientos oscuros se crecen en esas horas eternas de profunda madrugada. Las dudas cobran fuerza, los recuerdos… ¿Se alimentarán de nocturnidad, nuestros fantasmas? Los míos sí, desde luego.

Albert se ha ido, y mi cama parece todavía más gigantesca que antes. Viene a mi mente un verano en Mazarrón, una playa de Murcia, en el que todas las tardes cruzaba las tres playas de camino al puerto, y, con un libro de Saramago, “Ensayo sobre la lucidez”, me tumbaba en alguna de aquellas piedras rectangulares que formaban el puerto y leía. Miraba al cielo y me sobrecogía su inmensidad que se perdía junto al mar, todavía más infinito. Ahora, tumbado en mi cama, siento que estoy como en una de aquellas piedras, pero en algún puerto en eterna marea baja, sin gaviotas sobre mí, ni rumor de olas, ni pescadores inquietos, sólo permanece la enormidad, el abismo, la soledad física más absoluta.

Me inquieta el futuro. Futuro incierto. A veces me pregunto si elegir psicología fue acertado. Como psicólogo, no hay trabajo, y el que hay no me interesa. Veo a mis amigos que encuentran trabajo con tanta facilidad… ¿Fue buena idea hacerme psicólogo? ¿No habría sido mejor ser ingeniero, arquitecto, etc.? Bueno, la verdad es que no me tomo casi nada en serio, y hace tiempo que no confío en el género humano, que todo me hastía, y que no creo en la espontaneidad. Imagino que con esos precedentes, habría sido mejor un oficio en el que no tuviera que estudiar la psique de esta sociedad aturdida y enferma. Pero sigo dando vueltas. Sigo dando vueltas y no consigo dormirme. Veo otra vez sus fotos. ¡Sale tan guapo…!

A veces, cuando estoy solo, generalmente de noche, tumbado y con la luz apagada, me pregunto si esto es lo que quería para mí, si aquél futuro de mi juventud, no se avergonzaría de este presente. Me pregunto si conseguimos las metas o si vamos aceptando que no tenemos verdadero poder de decisión y que son las parcas las que tejen a su antojo nuestro destino. Lo que es cierto, es que acaba el periodo de las dudas, y me enfrento al de la realidad, una realidad que siento impuesta, y cada vez más como un fracaso, un desengaño. No quiero empezar a vivir, era más feliz soñando, creando mundos representados en banderas que ondearían con fraternidad. Así que así sigo, en estado de espera, como cantaba Robe, y como tantas veces me he sentido.

Bueno, este artículo es un absoluto caos. Pero ha surtido algo de efecto y el sueño comienza a acariciarme. Suena Antonio Vega, Lucha de gigantes. “Dime que es mentira, un sueño tonto y no más. Me da miedo la enormidad, donde nadie oye mi voz”. ¡Qué oportuno! Voy a intentar dormirme. Quería haber hecho un artículo sobre la tortura, y quizás lo haga en unos días. Como siempre, cambié los planes a última hora. Recuerdo aquella frase genial de un filósofo, “nadie se debe fidelidad a sí mismo”. Sin embargo, somos tan fieles a nuestros fantasmas, a nuestros miedos, errores, en fin, a todo aquello que nos ahoga. A la vez tan ciegos a los triunfos, las sonrisas. Y es que la psicología tiene una ley, de las pocas que hay, terrible, que viene a decir que nos acostumbramos con facilidad a lo bueno, pero que a lo malo, no lo hacemos jamás.

Creo que voy a dormir ya.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Incluso yo, que tengo tanta facilidad para conciliar el sueño, he pasado algunas eternas noches, asomándome a los vértices de mi propia vida, intentando divisar que habrá en los horizontes que miro.
Hace ya muchos años que parecí tener un futuro claramente planificado, al menos ese “ideal”, que me llevaría a la realización.
Sin embargo ahora, en esas noches exploro el presente y valoro la multitud de caminos que se presentan, algunos difíciles y otros me parecen imposibles, pero finalmente con la mente algo aturdida me llega el sueño, y dejo de planificar.
Cada día se nos abren algunos caminos, y se cierran otros tantos, y ante ello sólo cabe ser paciente, y saber escoger el que queremos seguir, que seguro será tan válido cómo cualquier otro.
Parece que no sin cierto derrotismo comienzo a aceptar a un presente impuesto... quizás por la elección de un camino pasado.

Anónimo dijo...

Pocas cosas me quitan el sueño. Quizás algunas preocupaciones son pasajeras o previsibles, o no tengo sentimientos tan exacerbados como para anularme el placer de soñar o de evadirme en cualquier día que no me hayan ido bien las cosas.
descansad!
caesar

Anónimo dijo...

Jajajaja, mientras escribía esto se me ha adelantado Tomás pero me da pereza cambiarlo… Besos Tomás.
“I want to believe in you and I heard you /Your song, you sing, a truth is no other/I want to believe in you, dear” me he puesto las canciones que me has enviado los últimos dos meses. Príncipe, que lindo ,como tú dices, eres a veces.
Quiero comenzar pidiendo disculpas porque no quería ser el Segundo en escribir esta vez, ya tengo suficiente fama de desquiciado entre tus amigos como para que parezca que entro en algún tipo de competencia con Alberto, no es así. Cada uno te queremos a nuestra manera.
En cuanto al texto me gustaría poder estar ahí a tu lado para ponerte una mano sobre la cabeza y que tú la rechazaras, luego te diría que tus miedos e insomnios son los mismos de toda una generación. Está tan manido el discurso sobre las expectativas de vida, sobre el desengaño tras los estudios, sobre la generación mileureista, que a veces apesta; tanto apesta que yo soy uno más de tantos que se suscribe a ese discurso. ¿Porque nos mantenemos fieles a nuestros sueños de juventud? ¿Porque nos aventuramos a las letras, al mundo del conocimiento no remunerado que sobra en nuestra sociedad? ¿Porque no empeñamos en estudiar pantomimas tan ficticias que para más inri en la mayoría de los casos son inútiles? Imagino que una de las posibles respuestas es que eso es ser especial, tener inquietudes, creer en lo imposible. Mirando atrás que raro tiene que ser tener 18 años y no saber qué hacer con tu vida, yo a diferencia de tantos otros lo tenía tan claro, sin embargo ahora es cuando dudo, me siento tan perdido. Todos aquellos que dudaban, sin embargo, estudiaron tantas carreras funcionales que les reportan dividendos para mi inimaginables a final de mes. Uno se resigna y piensa que no le hace falta el dinero para ser feliz, que tienes otras cosas, pero a la hora de la verdad pasan los años y esas cosas son cada vez más ridículas, más falsas y el dinero cada vez más necesario pero tb más apestoso. No sé, veo tantas caras infelices a lo largo del día que quizás el futuro de cada uno de nosotros independientemente de nuestros logros profesionales o nuestro sueldo a final de mes sea la infelicidad.

Yo estudie bellas artes la carrera con menos futuro desde que se invento el concepto de arte ahí por el renacimiento. Sinceramente mi vida es la farsa más grande jamás vivida casi comparable a la de los otros miles de artista que pueblan valencia o Berlín. El mercado del arte es similar al de la carne, el otro día un pintor que comienza a ser famoso y gana cierto dinero comentaba lo estúpido que era su galerista y como podía venderle lo que quisiera, se reía y comentaba como había pasado de lo figurativo a lo abstracto solo para triunfar sin ningún trasfondo. Esto es pop en estado puro por si alguien no comprendía que significaba pop. La maldición que nos preside es que uno no sabe qué hacer con su vida la mayor parte del tiempo, no se siente realizado en ninguna faceta de ella aunque lo tenga todo. Todo el mundo que conozco tiene la misma sensación, a no ser que las luces no le alcancen a ver mas allá de sus zapatos de charol nuevos, somos la generación que da pena. Desde médicos a psicólogos odian lo que estudian y a sus compañeros de estudios y se sienten heridos por no hacer nada por los demás y cargan a duras penas con su terreno profesional siempre a la cola de sus experiencias personales. Al final no se que decir en cuanto a todo esto quizás la mejor respuesta está en boca de Burroughs “hay gente que apesta”, si, apestamos quejándonos desde nuestro portátil de 800 € con nuestras habitaciones de diseño y nuestras carreras universitarias. Y Como diría Chris Korda “save the world kill yourself”

Javi yo estoy ahí para echarte la mano al hombro. Yo tb opino lo mismo, que guapo es tu niño. Disfruta de nosotros tus bichitos y desarróllate en el terreno profesional, además tú no eres psicólogo eres escritor y como buen escritor romántico tienes que estar atormentado, jejeje… todos sabemos que eres cursi y pedante.

Te quiero mucho “Lying in my bed./Watching my mistakes,/I listen to the band they said that it could be the 2 of us”

Anónimo dijo...

hey, esta mañana te pillé un poco bajo de moral eh???? haz relatos más alegres y más positivos, y cuenta con los comentarios que sean constructivos, aunque para tí será lo mismo que sean constructivos o destructivos. pasa de la necedad y la envidia de la gente, y continua con tu blog.

Anónimo dijo...

para cuando el fin del blog¡¡¡¡?

Anónimo dijo...

Creo que pocos blogs tienen el éxito y la repercusión que tiene este (mas aun siendo tan reciente) asi que opino desde mi cabezonería que ninguno de nosotros va a permitir que este blog se termine.

Mil besos anónimo.