miércoles, 2 de abril de 2008

Cinco escenas en este largo descanso


Por fin frente al mar. Intento tocar el agua con la palma de la mano, pero una ola traicionera me alcanza. Elevándose como la espuma de la ola, su risa estalla contra las piedras del puerto. Le miro, y toda su juventud se esparce en una sonrisa. Entonces, me acuerdo del poema de Miguel Hernández, y me gustaría recitárselo. Pero prefiero observar, en silencio, cómo su sonrisa y su mirada, se desvanecen lentamente y se pierden, como la espuma de la ola, entre los recovecos donde habitan los cangrejos. Detrás de él, el castillo se perfila con una irrealidad casi fantástica, y desde él, veremos Alicante al borde del mar. A veces le miro, y a veces él a mí, pero parece que no coincidimos. Una tarde a su lado, una buena tarde.

Cuelgo, y una tristeza desconocida me invade. Siento que he fracasado, que la dejo tirada. El móvil, mudo, cae sobre la cama, y yo pierdo mi mirada tras el cristal. No he podido hacer nada. Ella me ha pedido ayuda, me ha prometido que no volverá a suceder, que lo sentía mucho. Pero ya no es posible continuar la terapia. Imagino su dolor, la vergüenza del rechazo, la humillación. Creyó que mi mirada era cómplice de su amor, pero estaba equivocada. Imagino que se maldice por haberse dado la oportunidad de amar y ser correspondida. Me ha preguntado si puedo seguir siendo su psicólogo. No puede ser. Lo comprende pero se rebela, su voz se quiebra y tiembla. Lo comprende y lo acepta. Es una mujer. Había olvidado el valor de las mujeres.

“¿Quién es éste?” Dice mi hermana, mientras acaricia con su mano mi pecho. Kuku me mira con su perpetua sonrisa. “¿Quién es?” Nuestro pequeño Jon nos absorbe con el cielo de su mirada. “Jontxu, ¿quién es?”. Y entonces junta las yemas de sus ínfimos dedos índices y nos sonríe (en el idioma de sordomudos, ese signo representa a “tío/a”). ¡Me ha reconocido! ¡Me ha reconocido! No me lo puedo creer. Me emociono tanto, y su sonrisa es tan absoluta que me dan ganas de llorar. ¡Mi pequeño Jon, ya me reconoces! ¡Puede que hasta me llegues a pensar alguna vez! Quizás entre la multitud del parque, mi cara te tranquilice si por un segundo te sientes perdido. ¡Sí, Joncete, soy Javitxu, tu tío Javitxu, que te quiere con locura! Mi sonrisa no desaparece en todo el día. Me ha reconocido, mi pequeño Jon me ha reconocido.

Su voz apagada, sobre miles de kilómetros de silicio y cable, llega con tonos apagados de otoño y cansancio. Como el cobre, así la imagino cada vez que escucho su voz, como el cobre envejecido. Cada noche, y desde el balcón de casa de mi madre, le llamo un ratico. No hablamos de nada, como siempre, sólo dejamos pasar las palabras, como si fueran nubes en el cielo, y nos decimos lo ya dicho. No importa, realmente no hay mucho que decir, sólo acompañarnos unos minutos, reírnos juntos, suspirar en compañía. Estar juntos, sin más, aunque sea mentira, aunque la distancia luego se haga afilada, aunque la soledad después sea más clara. Durante unos momentos, su voz era mi abrazo.

Intenté ser su amigo, lo intenté, pero no quiso. Y la violencia de su tristeza destrozó, una vez más, las frágiles palabras que nos unieron en la derrota. Dejo que caiga en su locura de rabia y resentimiento. Hay amor en sus golpes, y necesidad en sus lágrimas contenidas. Pero yo no puedo más, me siento vencido, así que cierro los ojos y el corazón, y la boca, y cierro todo para no ver pasar su sombra. Retoza en mi teléfono, a veces con odio, a veces con promesas. Pero le dejo morir lentamente, como una suave llama que se apaga tiritando. Lucha pero yo no me muevo. Poco a poco me deja, me deja, me va dejando. Lo intenté, no lo conseguí.

No debes, no caigas una vez más. Pero es tarde, ya he marcado su número. Todavía estoy a tiempo de no hacerme daño. Suena un tono. No coge. ¿Qué estoy haciendo? Suena otro tono. ¿Por qué lo llamo otra vez? Ya se lo dije todo, y desnudé mi dolor ante su impaciencia. Suena otro tono. ¿Por qué me sigo haciendo daño, estrellando mi intimidad contra su indiferencia? Suena otro tono. No me lo va a coger. No quiere saber nada más de mí, él también sufrió, no querrá repetir. Suena otro tono. Guardo silencio, esperaré al último tono. Suena otro tono. Cuelgo.
Y los meses, en infinita colección de promesas traicionadas, se desploman sobre mi espalda.

2 comentarios:

jose begega dijo...

Así me defines, e imagino que soy maleable y dúctil, buen conductor de la electricidad, de fácil e infinito reciclaje, me torno verde con la humedad y soy un metal noble de joyería unido al estaño. Aquí estoy, con mi hoja caduca en continua somnolencia para paliar mi insomnio impuesto y respondiendo a aquel que dice ser romeo y resulta ser mi Aquiles. Si señores, soy también de lo que esta hecho el cable telefónico y el de la red de telecomunicaciones y mi abrazo aunque otoñal y distante hace arder sus hojas con botellas rotas colocadas hábilmente cara al sol para calentarte.

Que cursi…

Anónimo dijo...

Te desnudas Javitxu, nos muestras como eres, y quien no te entienda es por que no sabe leerte.
Cuentas los pecados y evitas nombrar los pecadores. A pesar de ello el juego es demasiado fácil.
Nos enseñas tu corazón como lleno de cariño, amor y demasiada tristeza.
Jon y algún amigo te da fuerza mientras que tú mismo te la quitas.

Válorate por lo que eres. Sí Javi, eres constancia, trabajo, personalidad, sentimiento, inteligencia, agudeza, aptitud, actitud, cariño y sobre todo amor. Además eres algunos defectos pero no me necesitas para decirlos, te los repites constantemente, sin autocompasión, como una caja de resonancia de las críticas recibidas, no las filtras con tu discernimiento, las oyes, que no escuchas, y las elevas, incluso a rango de dogma. Eres un necio en este sentido.Discúlpame pero no puedo evitar decir tú mayor defecto.

Es bueno buscar la fuerza de Jon y en los que te realmente te quieren. Pero de donde de verdad tienes que sacar las fuerzas es de ti mismo. Pundonor Javitxu, pundonor. Sacando fuerza de ti mismo junto a tu patria, conformada por familia, amigos y gente en general que te regaló una sonrisa en su vida.

Si fueras un caballero místico, ese sería tu dragón y los que te quieren tu espada, pero eres tú el que la debe blandir y enfrentarse a ella.

Anda tu camino, como lo haces, con el cariño que dispensas a los demás, pero no olvides dispensarte cariño a ti mismo.

Una vez más de forma redundante eres la persona con la que más tiempo vas a estar a lo largo de tu vida. Dedícate atención, cariño y amor.

Firmado: Rafa una vez perdiendo el tiempo y no haciendo su memoria.
Besos

By the way!!!
me he muerto de risa con esto
http://www.youtube.com/watch?v=SwM5YORMcXE